En este reportaje exploramos una base militar cuya historia es relativamente reciente: el Centro de Transmisión número 10.
La historia de las bases CT tiene su origen en el proyecto Red Territorial de Mando (RTM), que agrupó las bases que fueron apareciendo por toda España durante los años 50 y 60 con motivo de la visita del presidente estadounidense Eisenhower. El RTM era una red de transmisión por microondas que en principio sólo iba a ser utilizada por la Marina y el Ejército de Tierra, pero posteriormente se incorporó el Ejército del Aire.
La tecnología que se utilizaba en estas bases a veces estaba obsoleta desde el principio: centralitas PBX traídas de Estados Unidos, sistemas que ya se habían retirado de otras bases, teletipos de cinta, etc. Por eso la vida útil de muchas de estas bases fue relativamente breve, alrededor de dos décadas. Se fueron clausurando durante los años 90, y después se desmantelaron. Actualmente algunas de las bases del RTM coinciden con las del Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA).
La base CT-10 se clausuró en 1997, y hasta entonces era un destino habitual para cumplir el servicio militar. Hay testimonios que nos hablan de cómo era el día a día, y entre ellos también se habla de accidentes e incluso de una amenaza de bomba por parte de ETA. Después de dejar de recibir nuevos soldados, la base se desactivó definitivamente en 2004.
Desde su cierre, ha habido varios proyectos para reutilizar la base. El primero fue en 1998, cuando una iniciativa gubernamental pretendía convertir el complejo en una comunidad terapéutica. No se avanzó demasiado en ese sentido, y en 2003 una empresa privada adquirió los terrenos con intención de instalar un parque solar. Incluso se firmó un convenio con los ayuntamientos de los dos municipios cercanos para abrir un Centro Didáctico de Energías Renovables, pero de nuevo el proyecto se canceló.
Actualmente la base ha sido totalmente saqueada. Es difícil encontrar tuberías o cables y muchas de las paredes han sido derribadas.
Para empezar nuestra visita, subimos el camino que rodea el cerro y llega hasta la base.
Allí encontramos una gran explanada, una garita de entrada y los talleres para vehículos. Desde la entrada también vimos una de las casetas de los perros que rodeaban el perímetro. La doble alambrada característica de estas bases hoy ha desaparecido.
Después exploramos los edificios donde estaban todas las dependencias de la base. En la actualidad es difícil reconocerlas
Uno de los edificios reconocibles es el transformador, además de algunas de las pocas tuberías que quedan.
En el edificio principal encontramos algunos elementos que nos hablan de su anterior uso. Encontramos la cantina y la cocina en la planta baja, después de recorrer largos pasillos.
Subimos a la primera planta, donde encontramos el depósito de agua. Desde allí disfrutamos de unas vistas privilegiadas de la zona.
Después de terminar de explorar los edificios revisamos el perímetro. Por desgracia los únicos restos de la antena de microondas de 10 metros de altura que encontramos fueron los bloques de su base.
Para finalizar nuestra visita exploramos el polvorín, construido en una vieja yesera debajo de la propia base. Es curioso ver cómo se aprovechó la antigua construcción, y más para nosotros después de haber visitado varias yeseras y haber investigado su historia. Si quieres leer nuestro reportaje sobre las viejas yeseras en la provincia de Valladolid,
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Un detalle característico de este polvorín son los agujeros, puede que de bala, que hay en algunas de las entradas tapiadas del polvorín.