Ciertos lugares tienen un aura peculiar. En este caso, ya fuera por el día lluvioso que tuvimos durante la exploración o por el propio internado la atmósfera era perfecta.
En este primer capítulo exploramos la parte oscura del internado. No es oscura porque sucediera ninguna desgracia (real o ficticia, porque de esto se abusa un poco en el urbex), sino porque son los pisos inferiores de este gran edificio, y es arriba donde la luz nos daba una agradable sensación de paz y tranquilidad. Abajo lo que nos sorprendió fue la cantidad de detalles que se conservaban.
Como suele pasar con edificios de este tipo abajo nos encontramos las instalaciones de servicios, y lo primero era la lavandería.
Después los almacenes. Todavía quedaban objetos del día a día, pero en su momento esas estanterías hasta el techo tendrían todo lo necesario para el buen mantenimiento del centro. También llegamos a la zona de calderas.
Otra dependencia que no puede faltar en un internado es la cocina, totalmente equipada.
Entre tantos objetos encontramos algunos de lo más interesante, como este proyector y demás accesorios.
También encontramos unos pabellones grandes que se podían usar como gimnasio en días lluviosos.
Y cómo no, aulas.
Terminamos esta primera parte en la oscuridad, y en la segunda subimos hacia la luz.
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