3 de noviembre de 2015

Cripta de Namur

Este reportaje lo dedicamos a un lugar que nos impresionó profundamente cuando lo visitamos. Sin duda tiene uno de los ambientes más terroríficos en los que nos hemos encontrado. Pocas veces se tiene la oportunidad de entrar en un lugar tan siniestro y triste al mismo tiempo: la cripta del cementerio de Namur.

  La razón de ser de un lugar como este era la necesidad de muchos cementerios de dar cabida a más sepulturas durante el S. XIX. El mayor ejemplo de ampliación de cementerios son las catacumbas de París, pero en este caso nos encontramos ante una cripta más pequeña con una historia propia.El origen de esta cripta lo tenemos que buscar en otra cripta. Cerca de Bruselas, en Laeken, se construyó en 1878 una gran cripta de múltiples galerías para aumentar notablemente la capacidad del cementerio. La idea se tomó de las criptas existentes en España, Portugal o Italia, siendo este último un país famoso por sus numerosos osarios, criptas y construcciones funerarias.  

Siguiendo el modelo de Laeken en 1885 se construyó la cripta del cementerio de Namur. Se convertiría en la cripta más grande de toda la Región Valona. En este caso se trata de una cripta de 3 galerías con forma de T y con una capacidad de 400 sepulturas en cada una. Las dos galerías que conforman el trazo horizontal de la T se corresponden con una calle del cementerio, donde se sitúan las lápidas de los enterrados en la cripta. De esta forma los familiares podían ir a visitar a sus difuntos sin necesidad de bajar a la cripta. El trazo vertical de la T sí que se pensó para recibir visitas, ya que en esta zona las sepulturas sí que fueron atendidas por los familiares de los difuntos.

Pero pronto aparecieron los problemas. Las criptas del sur de Europa no se adaptaron bien a la humedad del norte, y se deterioraron rápidamente. Mientras en el sur de Europa estas construcciones veían cómo pasaban los siglos, en Bélgica hubo que cerrar las criptas por su mal estado. Concretamente la cripta de Namur se cerró a finales de los años 80 del S. XX.

Pese al deterioro la ciudad de Namur ha decidido conservar la cripta por su valor. Se ha llevado a cabo un estudio para catalogar todos sus elementos, desde las propias galerías hasta el singular edificio de entrada. Incluso se contempla restaurarla y volver a utilizarla como lugar de enterramiento.

Para visitarla es FUNDAMENTAL pedir permiso en el ayuntamiento. Por desgracia ha habido casos de "exploradores" que han preferido hacerlo a las bravas, y al parecer eso ha dañado un lugar tan delicado como éste, en el que no podemos perder de vista que están enterrados los seres queridos de alguien. En nuestro caso tenemos que dar las gracias al personal del ayuntamiento que hicieron todo lo posible por concedernos el permiso para poder entrar, y desde aquí les mandamos nuestro reconocimiento.

Ya en el cementerio, un trabajador nos llevó hasta la entrada de la cripta. El paseo que llega hasta ella está flanqueado por unos gingkos. En aquel momento conformaban un precioso paisaje otoñal.

   Descendimos a la cripta por la escalera de caracol, y allí nos enfrentamos a un escenario que pocas veces se ve.
 Primero exploramos las galerías laterales. Si con iluminación moderna son tétricas, cómo debieron ser a finales del S. XIX...

  Al final de una de las galerías encontramos el ataúd de traslado. Quién sabe cuántos difuntos habrán hecho su último viaje en él.
 Después ya nos dirigimos a la galería "principal". En ella los nichos siguen como se dejaron hace más de tres décadas, y el deterioro por la humedad ha convertido la cripta en un lugar digno de pesadilla. Los detalles son incontables, y nos transmiten tanto una sensación de inquietud como de tristeza. 






A nuestro sobrino, a mis padres bien amados...

 
 Después de pasar un largo rato en este lugar tan oscuro salimos de la cripta y visitamos el resto del cementerio, que también tiene una historia que contar. En él descansan muchos combatientes de las dos Guerras Mundiales.






  Una tumba que nos llamó mucho la atención fue una en la que las Parcas nos recuerdan lo que es la vida: un hilo nada más.
 Nos marchamos del cementerio sabiendo que hemos visto un lugar muy especial. No es una exploración cualquiera, y de aquí nos llevamos algo más que simples fotos. Y también queremos dar las gracias a los que nos acompañaron por el gran viaje que disfrutamos entre todos: ¡Gracias a Daphnée, Dani y Marc!

1 comentario:

  1. He estado por la zona ya varias veces como explorador y como turista y nunca he sacado tiempo para ver un lugar tan único. Da pena saber que la gente se cuela a dañar el lugar, con lo simple que es que te dejen paso, en fin. Muy buenas fotos por cierto.

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