Hay grandes edificios que cuando se abandonan suelen ser un punto de paso para los exploradores: hospitales, colegios, fábricas... Pero si hay algo especialmente escaso y donde normalmente nunca se entra mientras funciona es una cárcel. Y una cárcel inmensa es el objetivo de nuestra exploración.
Toda buena prisión tiene que tener accesos controlados. Por eso lo primero que nos encontramos es un enorme muro que rodea todo el recinto. Por encima de la pared se puede ver el panopticon, otro elemento que no puede faltar en una cárcel.
Una vez dentro del recinto hay otro perímetro con alambradas, concertina y torres de vigilancia. Todo para controlar las zonas exteriores donde hay diferentes patios y pistas deportivas.
Busquemos una entrada...
Una vez dentro nos encontramos en uno de los módulos. Es difícil capturar en foto el tamaño de sólo esa parte del edificio.
Otro de los módulos era más cerrado, con un ambiente mucho más opresivo.
Un tercer módulo, a medio camino de los otros dos:
Las celdas no invitan mucho a quedarse en ellas...
Además también pudimos encontrar lo que quedaba de otras instalaciones como el locutorio, salas comunes o pequeños patios interiores.
Y por último el centro de todo: el panopticon. Desde aquí se podían controlar los tres módulos al mismo tiempo con visión directa. Es una de las zonas más seguras de toda la cárcel.