Durante nuestra estancia en Inglaterra visitamos un lugar que es una muestra de tiempos ya pasados: el hospital psiquiátrico Barrow Gurney.
El hospital se construyó por la necesidad de más plazas para los enfermos que se hacinaban en el antiguo hospital Beaufort de Bristol.
Durante la I Guerra Mundial el Hospital Psiquiátrico de Bristol, también conocido como Fishponds, fue renombrado como Beaufort Hospital y se anexionó el cercano hospital de Stapleton, anteriormente una prisión. Entonces Stapleton se dedicó a la formación de aquellos considerados mentalmente deficientes para que adquirieran habilidades domésticas o industriales que pudieran ser útiles durante la guerra. De hecho el hospital en un principio estaba diseñado para alojar 250 pacientes, pero su número ya superaba los 950 al inicio de la guerra.
Después de esto era obvia la necesidad de un nuevo hospital en el que alojar más enfermos. También se consideraba que las infraestructuras existentes estaban anticuadas, ya que se trataba de barracones conectados con pasillos cubiertos que si bien facilitaban la labor del personal no eran nada beneficiosos para los pacientes. Por ello se empezó a diseñar un nuevo hospital en Oldbury Court, pero en 1928 las negociaciones se interrumpieron y se comprobó que la zona solía inundarse. Por ello finalmente se compró una finca de 260 acres en Barrow Gurney, donde finalmente se situaría el nuevo hospital.
Las obras comenzaron en 1934 siguiendo el proyecto de George Oatley. Su idea consistía en crear una "colonia" abierta con 25 villas preparadas para albergar hasta 1.200 pacientes. Una novedad del momento era que a partir de 1931 se podía ingresar voluntariamente en estos hospitales. Hasta entonces la entrada era forzada, ya fuera por las autoridades o por las familias de los pacientes. El complejo también incluiría una lavandería, una capilla, una zona común y cocinas. Los edificios serían muy austeros, y el principal atractivo sería el entorno, hoy reserva natural.
Plano original de George Oatley para Barrow Gurney. |
El hospital abrió sus puertas oficialmente el 3 de mayo de 1939, aunque recibió a sus primeros pacientes un año antes. El plan era ir construyendo nuevos sectores de hospital con el tiempo, pero el estallido de la II Guerra Mundial en septiembre de 1939 detuvo la construcción y ésta nunca se retomó, quedando el hospital inacabado. Se había construído algo más de la mitad del complejo.
Durante la II Guerra Mundial la Marina se hizo cargo de las instalaciones, y sirvió como hospital militar hasta que fue devuelto al uso civil en 1946. En ese tiempo alojaba una media de 346 pacientes y tenía una plantilla de 215 personas.
En 1948 el hospital fue transferido de nuevo, esta vez al recién creado Servicio Nacional de Salud (NHS), que se ocupó de mejorar las instalaciones añadiendo un edificio de administración, la capilla, la zona común y la lavandería, que se situaron en bloques ya existentes.
A partir de entonces Barrow Gurney empezó a funcionar sin interrupciones, siendo un modelo de hospital totalmente novedoso, un "hospital progresivo" en el que los pacientes en vez de estar encerrados tenían más libertad y a través de diferentes actividades podían enfrentarse mejor a sus enfermedades. En general la mayoría de los pacientes disfrutaban de cierta libertad de movimiento, y sólo un pequeño número estaban recluídos.
Durante todo ese tiempo hay tanto testimonios que muestran el hospital como un lugar malo en el que los pacientes pasaban demasiado tiempo aburridos en un ambiente sin estímulos, con malas condiciones higiénicas como registros que confirmaban que Barrow Gurney era un hospital puntero en cuanto al tratamiento de pacientes alejándose de los procedimientos habituales, que en general eran bastante fuertes.
Era habitual dar grandes dosis de medicamentos a los internos para mantenerlos controlados. Prolongados tratamientos con amitriptilina (un antidepresivo) y fenobarbital (un fuerte anticonvulsivo) provocaban graves efectos secundarios en los pacientes. Aparte de la adicción, algunos sufrían de disquinesia tardía, una enfermedad que consiste en la adquisición de movimientos repetitivos involuntarios y que además tienen lugar lentamente o desacompasados, de ahí el calificativo de tardía. Esta enfermedad se produce tras largos tratamientos con antipsicóticos, algo habitual en el hospital. Ya en los años 60 se introdujo el diazepam como sustituto del fenobarbital, afirmando que no causaba adicción y que su uso tenía menos riesgos. La realidad es que también tiene sus inconvenientes, aunque no tan grandes como los de medicamentos anteriores.
De 1965 nos llega un testimonio que cuenta como cada semana varios pacientes eran sometidos a terapia electroconvulsiva (ECT), y que posteriormente volvían con terribles dolores de cabeza y cierta pérdida de memoria. En la actualidad se sigue utilizando esta terapia, aunque sus efectos adversos son más que evidentes.
Ejemplo de terapia electroconvulsiva. Esta escena pertenece al Glenside Hospital Museum, dedicado a explicar la historia de la psiquiatría en Bristol. |
En los años 70 el hospital experimentó un notable descenso de pacientes, llegando a los 200 en 1975, respecto al máximo histórico de 453. Diversos edificios fueron quedando vacíos, hasta que en 2003 se anunció que el hospital se cerraría en 2008. Pero en 2005 un estudio oficial lo declaró el hospital más sucio del Reino Unido. Los inspectores encontraron quemaduras de cigarros, graffitis, manchas de orina... Por último un techo se derrumbó sobre un paciente. Esto precipitó el cierre del hospital que finalmente tuvo lugar en 2006, cuando la última unidad dejó de funcionar.
Desde ese momento el lugar ha estado abandonado, ya que siempre ha habido planes para demoler los edificios y construir en su lugar una urbanización. En 2009 se demolió aproximadamente la mitad de los edificios, incluyendo el hospital, la morgue y las cuatro villas. Después de eso las obras se detuvieron por razones medioambientales, y actualmente se están intentando retomar los trabajos.
En nuestra visita pudimos comprobar lo deteriorado que está el conjunto. Aparte del vandalismo, los robos han hecho que desaparezcan las cubiertas de plomo de los tejados, por lo que los edificios se están deteriorando muy rápido.
Éste es el plano del hospital en 2006, antes de empezar a ser demolido.
A la entrada nos encontramos con la casa de vigilancia. Aquí vivían los encargados de controlar la entrada al recinto. Todavía se conserva en buen estado porque se ha mantenido cerrada.
Más adelante encontramos Molitor House, un bloque en el que no queda mucho reconocible. Aquí pudimos comprobar los daños causados por el robo de las planchas metálicas del tejado.
Frente a nosotros estaba el bosque en el que se ha convertido el recinto. Aunque no han sido muchos años de abandono, la naturaleza ha avanzado muy rápidamente.
Después nos dirigimos al mayor conjunto que queda en pie. Entramos por la Unidad de Evaluación Leigh, lugar donde se clasificaban los pacientes a su entrada. Desde aquí podían ir a las Villas o a pabellones de internamiento si era necesario.
Uno de los elementos más conocidos del lugar era esta bañera adaptada para discapacitados, que debido al vandalismo ahora está destrozada.
Después llegamos al Centro. El pasillo de la recepción era un lugar muy interesante. Está iluminado por un gran tragaluz de cristal que hoy está roto. En la zona también estaba parte del archivo, así como algunos pabellones comunes.
En esta sala se encontraba un mural que representaba la fábula de la liebre y la tortuga, y hoy ha desaparecido. Se pueden ver sus restos a la izquierda de la fotografía.
Después del Centro llegamos a los archivos, la biblioteca médica y la sala de conferencias.
Ya fuera del Centro nos dirigimos a East Villa, otro edificio muy deteriorado porque el tejado estaba en muy al estado.
Después volvimos hacia el pabellón Woodside, donde estaban los alojamientos de las enfermeras, las dependencias de psicología y un comedor para el personal. Ése fue nuestro punto de entrada.
También nos encontramos una cámara frigorífica, con su inconfundible puerta.
Y así terminamos nuestra visita a este lugar cargado de historia. Por desgracia el vandalismo está acabando con los edificios que no han sido demolidos, el plan de renovación sigue adelante y además es una zona contaminada por amianto. Por todo ello es probable que desaparezca pronto, pero desde aquí queremos rendir nuestro pequeño homenaje a todas las personas que pasaron por allí.
Impresionante!!!! Por delante parece pequeño pero despues se ve que es enorme jeje
ResponderEliminarUn abrazo y a ver si nos vemos pronto
Gracias! Y eso que del sitio sólo queda la mitad... Bueno, estos días andamos muy pillados, pero no estaría mal ver si se puede sacar algún día para ver algo ;)
ResponderEliminarMenuda historia y menudo lugar!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, felicidades!!
No puede hablarse del TEC sin estar bien informados. Si estáis interesados puedo instruir acrrca de esta terapia
ResponderEliminarPor supuesto nosotros estamos encantados de recibir cualquier información y corregir lo que sea necesario.En este caso la mayoria de la información la obtuvimos en un museo de la psiquiatría al que fuimos después de visitar el Barrow pero por supuesto puede haber errores. Otras veces la información la sacamos de testimonios personales de gente que ha conocido el lugar y la información puede ser subjetiva pero no por ello menos interesante.
ResponderEliminarEl lugar esta muy deteriorado, pero cuando es por el paso del tiempo le da ese encanto que siempre buscamos con nuestras camaras, me encantan las fotos. Ademas lo has documentado de forma sublime, asi que el reportaje en general es alucinante. Saludos.
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