Hay lugares que tienen historia, y éste en concreto tiene varios frentes: fue sanatorio antituberculoso, luego colonia infantil y después de su abandono ha seguido el camino de manual de los grandes abandonos. Nos referimos a la Colonia Militar General Varela.
De hecho rescatamos este lugar del olvido también para nosotros, porque fue una de nuestras primeras exploraciones y ya han pasado unos cuántos años desde entonces. Además, el nombre General Varela es de los que más suenan en el mundo de los abandonos porque ha sido visitado en las primeras andaduras de no pocos exploradores.
En sus inicios se construyó como sanatorio antituberculoso justo después de la Guerra Civil, en 1939. Se eligió la ubicación por la altitud y el clima seco, que eran el mejor remedio para la enfermedad antes de la llegada de los medicamentos específicos.
Desde el principio hubo problemas con la construcción, ya que antes del primer golpe de pico la cesión de los terrenos fue polémica. El ayuntamiento de Quintana del Puente ofreció los terrenos gratis, a lo que se opusieron los vecinos porque perdían sus tierras y también afectaba a la zona de caza. Hay que tener en cuenta que durante la posguerra en los pueblos había familias que no tenían tierras propias y en esta zona tampoco había grandes terratenientes que empleasen muchos jornaleros, por lo que estas gentes muchas veces se encontraban con que si no se cazaba un día, malamente iban a poder comer. Finalmente el ejército "compensó" al pueblo con poco más de 13.000 pesetas. Al cambio son 100€, aunque teniendo en cuenta la inflación la cifra deja de ser tan ridícula y en su época quedaba solo como "insuficiente".
Se construyó usando como mano de obra un "batallón de trabajadores", es decir, presos políticos que llevaron a cabo los trabajos con muy pocos medios aparte de sus propias manos.
Según la investigación del profesor Sotero García Ortiz, aquellos trabajadores soportaban unas condiciones tan lamentables que se produjo un brote de tifus que obligó a parar los trabajos, aislar a los trabajadores, quemar sus ropas y (menos mal) traer material sanitario. Además se construyó un refugio para los mendigos que vagaban de pueblo en pueblo para que de ir a algún sitio al menos no tuviesen contacto ni con los trabajadores del sanatorio ni con los vecinos de los pueblos cercanos. A este refugio lo llamaban "la pobrera", y es un reflejo de la situación en la que estaba España después de la Guerra Civil.
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Vista del sanatorio al terminar su construcción
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Las instalaciones tenían capacidad para 250 camas, aunque por la gran demanda se amplió hasta las 350. Además había alojamiento para 60 funcionarios, una escuela para los hijos de éstos y un cine al que podían acudir los vecinos de los pueblos cercanos por el módico precio de 2 pesetas.
Hagamos un cálculo rápido: a 2 pesetas por espectador, poniendo una pequeña sala con 100 butacas en 5 sesiones se recaudan 1000 pesetas. Si la sesión es aproximadamente una a la semana, en un año sólo el cine habría recuperado las 13.000 pesetas que dio el ejército por los terrenos. Y aquí no cuenta la inflación porque esto sucedió en el mismo momento. Tampoco era el momento de quejarse...
No acababan ahí los asuntos económicos, ya que desde el sanatorio se negaban a pagar impuestos por la venta de bebidas alcohólicas, y además vertían las aguas fecales a las tierras de los vecinos. Pero no estaba la situación como para poner pegas...
El funcionamiento del sanatorio era similar al de tantos otros que había en España y que recopilamos en esta entrada. En aquel tiempo no había tratamiento específico para la tuberculosis, así que a los pacientes se les prescribía una rutina de insolación y aireación, es decir, pasaban mucho tiempo en grandes terrazas donde podían respirar aire puro y recibir una buena cantidad de luz solar. Este tratamiento condicionaba la arquitectura de los sanatorios, ya que en general se construían con las mencionadas grandes terrazas y en entornos de gran valor. La diferencia con otros sanatorios es que éste estaba destinado a militares, y lo gestionaban las Hermanas Mercedarias de la Caridad.
En cualquier caso, las condiciones de los pacientes frecuentemente no eran las mejores. Sin los antibióticos adecuados los enfermos de tuberculosis no superaban la enfermedad. De hecho hay testimonios de vecinos de Quintana del Puente que recuerdan que en la época que el General Varela funcionaba como sanatorio los fallecimientos eran muy frecuentes.
En 1955 el sanatorio fue reconvertido en colonia infantil, y los últimos pacientes fueron trasladados a Ronda (Málaga). Desde ese momento acogería a los hijos de los militares y los trabajadores del centro.
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En la fotografía se puede ver que las monjas siguieron gestionando las instalaciones. |
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Frente a la entrada principal de edificio, donde se pudo leer Colonia Infantil General Varela... |
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... pero ya no.
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Comenzamos nuestra exploración por los edificios que están a la entrada del recinto. Aquí estaban los alojamientos de los trabajadores.
Donde más objetos pudimos encontrar fue en los sótanos
Todavía teníamos otro gran edificio por explorar antes de llegar a lo que fue el sanatorio original.
Y por fin nos dirigimos al edificio principal. Aparte del paso de tiempo, el General Varela ha sido uno de los más notables ejemplos de saqueo, por lo que se ha conservado muy mal.
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Los saqueadores se llevaron hasta las vigas. De hecho se cuenta que un chatarrero encontró el final de sus días al cortar una de las vigas cuando el suelo cedió bajo sus pies.
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Nos dirigimos a las antiguas instalaciones deportivas...
También encontramos la sala de cine que mencionaba al principio:
Con una última mirada atrás nos despedimos de un lugar con mucha historia dentro y fuera del mundo del urbex.