Este monasterio cisteciense fue fundado en 1164 por el rey Alfonso VII de Castilla. El rey simpatizaba con la orden cisterciense, así que concedió permiso a una congregación de monjes para vivir "de prestado" (velut precarium) en aquel valle. Aparte de mejorar las relaciones con la orden de Claraval, el rey conseguía así repoblar una zona ganada durante la reconquista. De esta manera también evitaba una posible (aunque improbable) invasión musulmana en la zona. Los primeros monjes vinieron del monasterio de Santa María, en Valbuena de Duero (Valladolid), actual sede de la fundación Las Edades del Hombre.
En 1175, Alfonso VIII cede definitivamente los terrenos a los monjes, dándole estabilidad definitiva. Con el tiempo el monasterio obtuvo grandes extensiones de terreno a través de herencias. Incluso los reyes Alfonso IX de León y Alfonso X el Sabio confirmaron los privilegios con los que contaba el monasterio. En este tiempo el monasterio era una entidad autónoma, una abadía que funcionaba independientemente de las demás, hasta que ciertas reformas dentro de la orden hicieron que perdiese esa categoría y pasase a depender de la Congregación Cisterciense de Castilla, bajo el control de los monjes del Monte de Sión, en Toledo. Este hecho demostró que pese a los privilegios de los que disfrutaba, Bonaval no era un centro demasiado importante.
En cualquier caso, Bonaval era un ejemplo de tranquiidad y buen funcionamiento. Dada su situación y su ambiente, se convirtió en un lugar común de retiro para los monjes más ancianos de la orden en Castilla. Allí se dirigían para pasar sus últimos años disfrutando de la paz del lugar.
En el S. XVIII Felipe V ratificaba la exención del pago de impuestos del monasterio, para que los monjes siguieran dedicándose a la oración y no tuviean que preocuparse de nada más. Durante la Guerra de la Independencia el monasterio quedó intacto, pero debido a la desamortización de Mendizábal el monasterio quedó abandonado. Fue vendido en 1821 a particulares que no se molestaro en conservarlo, y desde entonces ha estado abandonado, y las ruinas que vemos hoy es lo que ha sobrevivido a casi dos siglos de abandono.
La mayor parte de las riquezas del monasterio han acabado vendidas entre anticuarios y coleccionistas, y sólo unos pocos objetos se han trasladado a otro lugar de culto: la parroquia del cercano pueblo de Retiendas.
Para visitar el monasterio hay que hacer un recorrido a pie de poco más de 1 Km. que discurre por un valle. La caminata es más agradable a finales de la primavera, cuando se puede disfrutar del espectacular paisaje. Un detalle curioso es que durante nuestra visita pudimos ver una enorme variedad de mariposas, de todos los colores y tamaños.
Entre los árboles finalmente encontramos las ruinas del monasterio. Actualmente queda poco del monasterio, y la iglesia es la parte mejor conservada. Del resto de construcciones sólo quedan algunas paredes que poco nos dicen de su uso original. En este plano se puede apreciar la distribución de las estancias.
La iglesia es de tres naves, y es un claro ejemplo de arquitectura cisterciense. La zona mejor conservada es la de la cabecera y el lado sur (a la derecha en el plano), donde aún se pueden ver las bóvedas. Los edificios de la parte norte, a pesar de ser construídos 2 siglos después que la iglesia, están mal conservados.
Primero recorrimos el exterior del monasterio. La iglesia se distingue claramente, pero del resto de la dependencia sólo quedan escombros y una solitaria viga de madera.
El interior de la iglesia, como todas las ruinas, tiene un ambiente especial. Un lugar construido hace más de 800 años siempre tiene algo que lo hace único, y por desgracia dos siglos de abandono lo han reducido a lo que pudimos contemplar.
La bóveda del altar mayor está siendo invadida por una enredadera. Aun así es la zona mejor conservada de la iglesia, junto con una sala con bóveda de cañón.
Las dependencias de la zona norte del monasterio, además de estar mal conservadas están totalmente invadidas por árboles y arbustos.
Uno de los detalles más curiosos del monasterio es la escalera de caracol que llegaba hasta una pequeña espadaña que actualmente no se conserva. Se encuentra más o menos bien conservada, pero hay un punto peligroso: un agujero en la pared que la deja al descubierto.
Vista del pórtico desde el interior de la iglesia. A la izquierda se puede ver la escalera de caracol a través del agujero del muro. |
En la actualidad, como sucede en muchos casos, el monasterio está condenado a desaparecer. No hay ningún plan para consolidar las ruinas. Lo único que se ha hecho es colocar una señal en Retiendas que lo declara Bien de Interés Cultural, y en las ruinas se colocaron unas vallas (que por cierto han desaparecido) y unos carteles que avisan del riesgo de derrumbamiento. Desde aquí esperamos hacer que se sepa algo sobre la historia de este monasterio, ya que su historia también es la nuestra, y su valor cultural es de todos nosotros. Si dejamos que se pierda, todos perdemos.